Curiosidades de la historia de la imprenta

Aunque el uso de imprentas es algo muy común para cualquier diseñador o creativo, pocas veces nos paramos a pensar en la evolución que ha ido sufriendo este medio de producción a lo largo de los años desde que se creó hasta la imprenta moderna.

La imprenta antes de Gutenberg

Antes de llegar a la época de Gutenberg muchas otras civilizaciones ya habían usado otros inventos para realizar copias de distintas inscripciones. Este es el caso del imperio Romano, que alrededor del 440 a.C. ya contaban con sellos con los que imprimían sobre arcilla o la China, donde ya por allí el del siglo XI existía una imprenta de tipos móviles. Se dice a veces que la imprenta la inventaron los chinos ya que tenían el mismo sistema que usaría Gutenberg siglos después. Este sistema consistía en juntar distintas piezas cada una con un carácter o letra para reproducir así el texto a imprimir del libro.

De todos modos, la invención China se extendió poco por la gran complejidad que entrañaba la escritura y la dificultad de plasmarla en los tipos móviles (tipógrafos).

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Cómo la imprenta arruinó a Gutenberg

Siglos después llegó la invención de Gutemberg, la primera imprenta moderna, que fabricó a partir una vieja prensa de uva. Pero aunque se pudiera pensar que Johannes Gutenberg se hizo de oro con el invento, no es oro todo lo que reluce.

La historia cuenta que el socio capitalista de Gutemberg, Johannes Fust, le había dejado mucho dinero a Gutenberg e incluso había metido a su yerno en la imprenta para que vigilase la inversión de Fust.

Poco antes de poder terminar la primera tirada de las famosas Biblias de Gutenberg, que se venderían rápido y a buen precio al cabo de pocos meses, Gutenberg volvió a pedir dinero a Fust, cosa a la que este se negó dando por vencidos los anteriores préstamos y quedándose con el negocio que ahora dirigiría su yerno, ya un experto en impresión gracias al tiempo que pasó trabajando con Gutenberg.

Gutenberg se vio obligado a dejar su proyecto arruinado, y fue acogido, según se cuenta, por el obispo de Maguncia, que fue el único que reconoció su labor.

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La Biblia de 42 líneas

Aunque no fue el primer libro impreso en una imprenta moderna, la Biblia de 42 líneas o Biblia de Gutenberg, sí fue un icono que simbolizó el comienzo de la Edad de la Imprenta.

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Esta biblia, que se llama de 42 líneas porque son las líneas que se imprimieron en cada página, empezó a preparar su impresión después de 1450 y no acabaría hasta 5 años más tarde. Se produjeron unos 180 ejemplares, la mayoría en papel aunque unos pocos en pergamino, cada uno con 1282 páginas y generalmente encuadernados en dos volúmenes.

En la impresión de esta biblia, que tiene la apariencia de un manuscrito gracias al nivel de calidad que se consiguió, se dejaron los huecos para que, a posterior, se pudiesen realizar las ilustraciones y las capitulares a mano, dando un gran colorido a la obra.

Hoy en día todavía se imprimen copias de esta biblia que se pueden encontrar en librerías tanto físicas como online y que reproducen con fidelidad la Biblia de Gutenberg que se conserva en la Biblioteca de Göttingen, una de las copias que han llegado en mejor estado hasta nuestros tiempos.

A parte de la Biblioteca de Göttingen, hay sitios súper interesantes donde aprender más sobre la historia de la imprenta, como el Museo Nacional de la Imprenta de Irlanda, en Dublín, del que ya os hablamos en este otro artículo.

Como se puede comprobar, el nacimiento de la imprenta está envuelto de curiosidades y anécdotas que nos revelan una historia más humana, y al mismo tiempo más sorprendente, de lo que nos podíamos imaginar.